jueves, 29 de julio de 2010

Ama a tu prójimo como a ti mismo

Según las palabras del Rabí Akiva, "El temor del Creador" está comprendido en "Ama a tu amigo". Los sabios no están de acuerdo. Ellos aprenden (Brajot 6ª) que el temor en la gran regla del versículo, "la suma del tema cuando todo ya se ha considerado es: teme al Creador y observa sus mandamientos, pues eso es todo lo que es el hombre." El Talmud pregunta, "¿Qué significa, 'pues eso es todo lo que es el hombre'"? El Rabí Elazar dice, "El Creador dice, 'Todo el mundo fue creado sólo para él'". ¿Sin embargo, según el Rabí Akiva, todo está incluido en "Ama a tu amigo"?

Los sabios han dicho (Macot 24) que la regla general es la fe, diciendo, "Havakuk lo estableció (el fundamento de los mandamientos) en un (principio), como está escrito: 'Un santo vive por su fe'". Por lo anterior aprendemos que la gran regla es la fe. En este punto, el Mharsha comenta, "La fe es la regla que es relevante para alguien que desea alcanzar al Creador, en cualquier momento". ¡Ahora parece que tanto el temor como el amor son subcategorías de la fe!

Con el fin de aprehender todo esto, necesitamos comprender profundamente tres cosas:

¿Qué es Fe?
¿Qué es Temor?
¿Qué es Amor?

Debemos constantemente recordar que el propósito de la creación es beneficiar a las criaturas. Puesto que el Creador desea otorgar bienestar, ¿para qué necesitamos la fe, el temor y el amor? Debe ser que estos tres son prerrequisitos necesarios para la recepción del bienestar y el deleite (que el Creador desea otorgar).

Vamos ahora a comprender como estos tres funcionan como prerrequisito. Se nos ha dotado con fe, que incluye confianza, pues debemos creer en el propósito de la creación, que es, como mencioné, el deseo del Creador de otorgar bondad. De igual forma, nosotros debemos confiar que realmente podemos alcanzar esta meta. Debemos creer que la consumación de la creación en la recepción de la Infinita Bondad no es únicamente la prerrogativa de una elite selecta de individuos especiales, sino de todos sin excepción. La revelación final de la Divinidad no es sólo para las personas que sean particularmente talentosas, excepcionalmente poderosas o valientes, sino también para todos.

(Referirse a la Introducción a Talmud Eser Sefirot, Párrafo 21, citando a Midrash Raba, Capítulo "Zot HaBraja": "El Creador le dice a Israel, "¡Por tu vida! ¡Toda la sabiduría y la Torá son sencillas! Toda la sabiduría de la Torá se encuentra en el corazón de aquel que me teme y realiza mi Torá".

Así es que debemos tener fe y confianza que la meta se puede alcanzar. No desesperemos en nuestros esfuerzos y abandonemos la lucha. Debemos creer que el Creador ayudará a las personas despreciables como nosotros, que el Creador nos abrazará y que somos capaces de adherirnos a Él.

Para merecer esta fe, debemos anticiparla con temor (respeto al Creador). Referirse a la Introducción al Zohar, página 191, en el Sulam, empezando con la palabra "Explicación...": "Temor es el mandamiento que comprende todos los mandamientos de la Torá, y es la puerta a la fe en el Creador. La inspiración de fe en la Supervisión del Creador es directamente proporcional a la experiencia de respeto (temor) de su Supervisión". Esta sección concluye: "El temor es el temor de la persona que se le pueda hallar faltando en su reconocimiento y gratitud hacia (dar najas a) el Creador." Vemos que se enfatiza que el temor no es para sí mismo, pero un temor que él no esté dando reconocimiento adecuado al Creador. El temor es una puerta a algo más: es decir, a la fe.

Con el propósito que podamos llegar a este temor de que no hemos dado reconocimiento al Creador, primero debemos sentir una voluntad y un deseo vivo de dar en general. Un deseo que cuando queremos estar "dando" a la gente a los Ojos del Creador, nos preocupemos por no haber estado "dando" a la gente. Desgraciadamente, la gente es más susceptible de preocuparse que no han sido satisfechas las ambiciones de su amor propio que de haber mostrado una amorosa bondad hacia el Creador.

¿Cómo cambiar tan totalmente nuestra naturaleza, someter nuestro amor propio y empezar a dar? Aunque una persona, por medio de sus lecturas, pueda experimentar una punzada en la consciencia sobre su obsesión por su amor propio, será un poder demasiado leve e inconsistente para iluminar su alma como el gran principio de los mandamientos de la Torá.

Sin embargo, el consejo es. Dispongan que algunas personas, cada una con poder momentáneo, se reúnan con la intención de vencer su amor propio. Aún cuando individualmente se les dificulte llegar a dar, si pueden disminuir su orgullo ante los demás, funcionarán como un cuerpo, compuesto de, digamos diez personas. Este cuerpo tendrá diez veces el poder de cada uno de sus componentes individuales. Sin embargo, esto sólo funciona si cada individuo se reúne expresamente con el propósito de someter su amor propio y no con el propósito de llenar su deseo de recibir a expensas del otro. Debe considerar sólo su amor por los otros. Esta es la única forma de desarrollar los nuevos rasgos de personalidad para dar. Desde el amor por sus amigos se interpolará a amor, gratitud y reconocimiento al Creador.

En suma, únicamente cuando vemos la necesidad del amor por los amigos, tomamos consciencia de la posibilidad que tal vez no tenemos suficiente respeto al Creador. Esto es, empezamos a temer que carezcamos de gratitud al Creador.

El fundamento principal sobre el cual construimos la estructura de la Santidad es, "Amor por tu amigo", del cual podemos aprender a dar reconocimiento al Creador. Entonces podemos hablar de Temor, temor de no haber sentido reconocimiento por Él. Sólo entonces podemos llegar a la Fe, la Vasija de la Presencia Divina.

Por lo tanto, hay tres grandes principios:

"Ama a tu amigo", del Rabí Akiva, la única forma de escapar de la atrofia y apatía espiritual del amor propio y sentir que el amor propio es malo.

El Segundo gran principio, Temor, sin el cual no existe la posibilidad de la Fe.

Fe: con Fe empezamos a sentir que el propósito de la creación es beneficiar a las criaturas

viernes, 9 de julio de 2010

El Mundo del Infinito: ¡Aquí y ahora!

El Mundo del Infinito: ¡Aquí y ahora!
Publicado en Julio 8, 2010 a las 9:00 pm
Cuando leemos El Libro del Zohar, necesitamos recordar que existimos en dos estados simultáneamente:


1.El verdadero estado que no experimentamos; y

2. Nuestro mundo imaginario, en donde existimos dentro de imágenes imaginarias sin tener consciencia del verdadero mundo.


Al ir leyendo El Libro del Zohar, hacemos un esfuerzo con el fin de despertar la influencia de las fuerzas provenientes del estado perfecto. Estas fuerzas nos influyen en la medida que hacemos el esfuerzo por volvernos semejantes a este estado de relaciones entre nosotros.


Por lo tanto, las relaciones que necesitamos crear en el grupo deben ser como el de “un hombre con un solo corazón”, como en el estado perfecto. Esto es posible únicamente al atraer las mismas fuerzas.


Al ir volviendo de este estado “nebuloso” al estado corregido, no perdemos nuestros estado actual; el contraste entre ellos nos revela la perfección del estado creado por el Creador, 620 más grande que cuando existíamos allí antes de descender a nuestro mundo.


Retornamos a este estado de un ser humano que es semejante al Creador. Por lo tanto, necesitamos sentir el Mundo del Infinito desde nuestro mundo en particular, tal como está escrito, “Comeremos de aquello que ha sido preparado para nosotros desde hace tiempo”, y “La oscuridad brillará como la Luz”.


Necesitamos alcanzar la corrección completa en este mundo, para alcanzar el mismo tipo de relación entre nosotros aquí, como en el Mundo del Infinito, que está lleno de amor. Por lo tanto, debemos realizar prácticas de “amar al prójimo como a mí mismo”, “como un solo hombre con un solo corazón”, en la conexión entre nosotros. Entonces, la Luz del Infinito, el Creador, se nos revelará aquí, tal como está escrito, “Su deseo es ser revelado a los inferiores”.


(Extracto de la segunda parte de la lección diaria de Cabalá del 7 de julio 2010, El Zohar)

jueves, 1 de julio de 2010

La espiritualidad es alcanzada solo por medio de la intención.

La pregunta es, entonces, ¿Cómo yo me despierto a mí mismo para trabajar en la intención?
Déjenme trabajar; estoy dispuesto a ir a la cocina y preparar para los amigos lo que ellos desean. Estoy dispuesto a prepararles un gran almuerzo, cualquier cosa que me digan que haga, estoy dispuesto a hacer. Denme espiritualidad a cambio. Yo estoy dispuesto a esto.

Me dicen no. Aunque hagas todo para los amigos en la cocina de todo corazón, eso no es suficiente. Debes, durante todo el tiempo en el que trabajaste en la cocina, pensar en el objetivo final: yo hago esto para que mis amigos se conecten conmigo, y que yo me conecte con ellos, para que yo reciba todos sus deseos, y toda la importancia del objetivo que ellos tienen, y como resultado de ello yo le grite al Creador junto con ellos, en lo que se llama “la plegaria de todos”, que tengamos una vasija común, como esta olla que uso para cocinar, y que el Creador venga y se revele dentro de nosotros, no solo en mí. Yo tengo que mantener este pensamiento en cada acción que yo haga durante el día, cuando les preparo digamos un plato. Necesito hacer esto. Israel, la Torá, el Creador, este debe ser mi objetivo. A eso le incluyes la acción. Ahora es posible que haya otra oportunidad. Tal vez me es difícil pensar sobre los amigos, el Creador y la unión cuando cocino. Tal vez voy a limpiar el centro, o prestar algún servicio a la comunidad, o tal vez en mi trabajo, que estoy obligado a realizar, y estoy desconectado de ellos. No importa qué. Yo necesito buscar, en la medida de lo posible todo tipo de trabajo que me permite la vida, porque tengo que realizar muchas acciones durante mi vida. Pero durante el tiempo libre, como nos dicen Rabash y Baal Ha Sulam, las cuentas se sacan respecto al tiempo libre.

¿Cuántas y qué tipo de acciones yo encuentro para realizar durante mi tiempo libre?
Y entonces, durante mi tiempo libre, trato de enfocarme en la intención correcta, y luego, qué tipo de servicio a la sociedad, a los amigos, a nuestra vasija común yo puedo hacer, y también mantener la intención correcta por dentro de la forma más productiva posible.