miércoles, 12 de mayo de 2010

El mundo está creado para ayudarme

El mundo está creado para ayudarme
Publicado en Mayo 11, 2010 a las 11:58 pm
Pregunta: ¿Qué debo hacer si durante el día —después de la lección— no puedo quedarme con la intención en lo espiritual?

Respuesta: El hombre pasa por diferentes estados. A veces tiene ganas de estudiar Cabalá durante horas y no quiere perder el contacto con ella.

Otras veces, llega a un estado que se aleja y no quiere saber nada de ella.

Pero al final ve que todo está estructurado perfectamente para cada uno de nosotros. Si organiza correctamente sus horas libres, el Creador le dará tales horas para que durante ellas pueda realizar lo que estudia.

Al hombre, le envían diferentes problemas —el trabajo, sus pensamientos, sus deseos— y él siente que —a pesar de todos estos problemas— debe quedarse en la conexión con lo espiritual y mantenerse en la sensación de conexión con el Creador.

El trabajo, su jefe, el entorno ajeno desvían su atención. Después de la lección, el hombre sale al mundo que inmediatamente borra toda su impresión de lo espiritual y le confunde.

Precisamente, estas condiciones son las más eficaces para su avance. El hombre debería intentar de algún modo estar conectado con lo espiritual y recordar de donde procede todo; quién le envía estos obstáculos y por qué; con que él debe ser contado y para qué. Él debería recordar que “No existe nadie más aparte de Él, Bueno y Benefactor”.

El hombre debe sentir constantemente la conexión interna con el Creador, como con alguien amado y muy querido.

Procuren quedarse en este estado durante todo el día y sentirán que todas estas condiciones las realiza el mismo Creador en un mundo imaginario, para que a través de toda esta ficción —esta imagen ilusoria— busquen la conexión con Él.

¡Entonces verán que todo este mundo imaginario es una capa externa, son las formas de sus deseos que están cambiando constantemente!

Precisamente estos deseos deben unirse al Creador y ellos se convertirán en formas espirituales.

(Extracto de la lección sobre el libro del Zóhar, correspondiente al 13 de abril 2010).

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