Publicado en Abril 7, 2010 a las 10:39 pm
El Creador confunde al ser humano, constantemente poniéndole obstáculos en su camino espiritual.
Al mismo tiempo, los sucesos agradables nos confunden más que los desagradables. De repente, aparecen algunas posibilidades extraordinarias, tales como: un éxito en los negocios, un viaje apasionante o diferentes pequeñas tentaciones que cambian a cada momento.
Gracias a ello, empezamos a descubrir que no tenemos ninguna posibilidad de dirigir nuestro estado sin ayuda del entorno que se denomina la “garantía mutua”.
Si no tengo apoyo global y común —cuando miles de personas en todo el mundo también aspiran a revelar al Creador sin prestar atención a todos los obstáculos que Él pone a propósito delante de ellas—, no podré pasar los “49 portones” (obstáculos que me apartan del Creador) y llegar al portón numero cincuenta, donde Él y yo nos uniremos (40 es la distancia entre Maljut y Bina, y 10 es mi estructura, en total 50).
Si no estoy en conexión con las personas que hacen lo mismo, entonces, estoy perdido, nunca podré lograr la meta. Mi trabajo durará varias vidas. Esto, lamentablemente, es lo que ocurre con la gente.
Hoy en día, incluso la ciencia convencional revela que los pensamientos humanos están conectados entre sí y, milagrosamente, se transmiten de un extremo del mundo al otro.
Los científicos explican que nuestra naturaleza está organizada de tal manera que nos obliga a pensar de modo síncrono. Pero nosotros entendemos que estamos conectados entre nosotros en una red común de almas y, por eso, mis pensamientos y deseos se transmiten a los demás.
Y más aun si nos aspiramos hacia la meta espiritual. Con este pensamiento, empezamos a influir activamente sobre los demás y este pensamiento se extiende sobre todo este sistema.
Esta intención interna, más que un simple intercambio de mensajes electrónicos, se denomina “la garantía mutua”.
La garantía mutua se produce cuando pienso acerca de lo espiritual, lo quiero y estoy deseando que el resto también piense sobre la misma meta, ¡sólo entonces me salvaré del ángel de la muerte!
Si ellos no van a pensar sobre esto, entonces, nada me ayudará. Nunca podré hacer un cálculo correcto y me desviaré todo el tiempo.
No tendré una base, una red que una, que me detenga dentro de ella, como una madre que mantiene en brazos a su bebé. ¡Sin esto, no podemos lograr nuestra meta!
(Extracto de la lección sobre el libro del Zóhar, correspondiente al 07 de abril 2010).
jueves, 8 de abril de 2010
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