lunes, 26 de abril de 2010

Somos responsables de siete mil millones

Hoy ya lo sabemos, estamos absoluta e inseparablemente conectados dentro de una total e inseparable relación mutua. Este estado ha sido concebido por la Naturaleza sin nuestro consentimiento y no tenemos otra opción.
Supongan que han adquirido un departamento en un edificio donde habitan 50 vecinos y cuando firmaron el contrato, no se percataron que consentían vivir en relación mutua con todos ellos. Ahora, ustedes son responsables de todo lo que les ocurra a estas 50 familias. Esto significa que si uno de ellos comete un delito, ustedes serán los responsables y los llevarán a la cárcel en lugar de él. Ustedes serán responsables de todos y cada uno. Esta es la realidad de la relación mutua que ahora descubrimos.

La humanidad debe tomar consciencia que este convenio en este momento nos está presionando, y que cada persona es responsable de todo el planeta. ¿Qué podemos hacer en contra de este convenio extremadamente difícil e irrevocable? ¡Después de todo, ser responsable de todos y cada uno es insoportable!
Tenemos que comenzar a sentir el deseo de que no hay otra opción más que conectarse voluntariamente con los demás en forma correcta y bondadosa. Sin embargo, entonces nos vamos a dar cuenta de que no podemos.
Aunque logremos discernir que el deseo de unirnos es necesario y todos los gobiernos consientan en ello durante alguna reunión (como el G20), incluso entonces cada persona individualmente, así como la totalidad de las naciones, descubrirán su incapacidad para unirse. Durante los últimos 6000 años de nuestra historia hemos basado la relación entre nosotros en el beneficio propio frente al ajeno y este deseo no la podemos cambiar. El egoísmo ha sido y es la fuerza de la evolución y el desarrollo de la humanidad.
No obstante y paradójicamente el solo reconocimiento de la incapacidad para unirnos a pesar de todos nuestros esfuerzos para ello, nos ha de dar una medida de la fuerza que nos ha controlado durante este tiempo y por lo tanto la perspectiva en negativo de la realidad a la que queremos llegar: el amor mutuo.
Entonces en ese escenario de desesperación por nuestra incapacidad y con todo el deseo y anhelo por concebir esta relación mutua, se revelará la tercera fuerza de la Naturaleza que es interdependencia y conexión. Quien desee salir de este estado de separación egoísta, empleará esta fuerza para transformar la desconexión en amor mutuo entre siete mil millones.

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