viernes, 9 de abril de 2010

La reanimación del alma mundial

Publicado en Abril 8, 2010 a las 10:00 pm
Si anhelo, junto con mis amigos, revelar en mí mismo las cualidades interiores sobre las cuales habla el Zóhar, éstas se revelarán.

Sólo debo desear, fuertemente, que esta cualidad del otorgamiento mutuo, del amor, de la garantía mutua se revele en todos nosotros. Al hacer esto, influyo sobre todas las partes de mi alma, las cuales identifico como la gente ajena. De esta forma, cada uno de ellos se despierta a sí mismo.

Tú eres una parte de mí, pero no puedo actuar directamente en ti, estamos apartados por el egoísmo, el cual actúa como un tabique entre tú y yo.

¡No tengo acceso a ti, es decir, a una parte de mi alma! ¿Qué puedo hacer? ¡Sólo en la medida en que restablezca mi alma, revelaré en ella al Creador, al Mundo Superior!

Ese algo consiste en buscar cómo puedo influir en ti para estimularte, es decir, estimular mi parte, animándome a mí mismo.

Te influyo y, cuando te corriges y animas a ti mismo, veo que eso lo he hecho yo. ¡Por tanto, esa parte me pertenece a mí! De este modo, anexo a mí a toda la creación.

Está escrito: “lo mundano de tu amigo es lo espiritual tuyo”. Cuando motivo al amigo hacia la corrección a través de las acciones mundanas, acerco espiritualmente una parte de mi alma hacia mí.

Así es como actúa cada uno de nosotros: hago que todos los demás retornen a mí. ¡Resulta que nunca estoy trabajando ante alguien que me sea ajeno!

Otorgar a los demás y amar al prójimo es simplemente otra forma “egoísta” (pero correcta) de tratar con las partes de mi propia alma. Más adelante, se revelará ante mí que estas partes son mías.

Es una situación parecida a la de haber estado odiando al hijo de mi vecino por amargarme la vida al tocar el piano, pero ahora descubro que realmente él es mi propio hijo.

Este descubrimiento me lleva a arrepentirme de mi odio, es decir, de mis errores y crímenes anteriores, transformándolos en mis meritos.

Lo mismo hacemos nosotros en la etapa de preparación a la revelación espiritual: revelamos nuestros pecados, nuestro odio a todos. Después lo corregimos, asumiendo que todo esto es nuestro.

(Extracto de la lección sobre el libro del Zóhar, correspondiente al 06 de abril 2010).

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